MADRE
Aleteó vigorosamente para sentir la brisa
discurriendo entre el plumaje. Sería la primera vez que se fundiría con el
cielo, el que mamá gorrión le prometiera. Era hora de lanzarse fuera del hogar
para iniciar una vida más independiente acorde a su estrenada madurez.
Ella observaba desde una rama adyacente. Ya había
sido testigo de cómo uno de los tres pajarillos, que habían salido adelante
tras quebrar el cascarón, surcaba el firmamento en compañía de papá gorrión.
Ahora era el turno del segundo.
—Mira, hermano —dijo
con sorna y fanfarronería el joven gorrión listo para el despegue–, ¡qué fuerte y qué
hermoso soy! En cambio tú, tan esmirriado...
El polluelo al que iban dirigidas esas burlas se
aplastó contra el nido sin responder. Estaba demasiado debilitado para levantar
la cabeza. Menudo y escuálido, al que prácticamente le había resultado tarea
imposible competir por el alimento con los otros dos vástagos cada vez que mamá
o papá gorrión traían insectos para depositarlos en una de las bocas abiertas.
Por una u otra razón él casi siempre se quedaba sin catarlos.
El jovenzuelo aleteó nuevamente y, muy
jactancioso, saltó al vacío. Vaciló unos segundos durante la caída, pero de
inmediato consiguió la estabilidad y comprobó de primera mano su capacidad
innata para volar.
Mamá gorrión aprovechó entonces ese instante para
llegar junto al pequeñín de sus tres hijitos. En el extremo del pico una oruga
se retorcía.
—Come —Le ordenó, depositándole el trofeo—. Ahora
todo será para ti.
Mamá gorrión sabía que sus otros polluelos habían
acaparado cada presa, mofándose del tercero, y, aun así, dejó hacer. Era la
Naturaleza. Lo sorprendente es que, a pesar de las carencias nutricionales,
éste se había aferrado a la vida contra todo pronóstico.
El esmirriado no hizo ascos y tragó. Casi no
recordaba cuándo fue la última vez que había engullido algo tan suculento.
—Crecerás, hijo. Sé de tus penurias, de tu
desventaja frente a la voracidad de tus hermanos, de lo que has tenido que
bregar... Nos llevará algo más de tiempo conseguir fortalecerte, pero no lo
dudes, serás mi orgullo.
No esperó réplica. Salió disparada a la búsqueda
de más comida.
FIN